Del miedo a la esperanza: mi camino hacia la sanación en el Centro de Terapia Inmunitaria ITC
My Journey from Fear to Hope at ITC Immunity Therapy Center
Al principio, cuando te dicen esto por primera vez, te sientes como si estuvieras parado sobre arenas movedizas o al menos estás en un estado de confusión. Me dijeron que tengo cáncer. El médico lo dijo en un tono tranquilo, pero en el momento en que las palabras salieron de su boca, todo mi mundo se derrumbó. Era un hombre de 45 años y padre de dos hijos; aceptar que me excluyeran de mi familia, no tener la posibilidad de cuidar a mis hijos y verlos crecer sin un padre me aterrorizaba. Tenía miedo, estaba confundido sobre mi dirección en este proyecto y no tenía idea de qué esperar a continuación.
Buscando respuestas
En el momento en que recibí la noticia, me vi arrastrada a la investigación como si buscara algo que llenara ese vacío. Las terapias convencionales, como la quimioterapia, me hacían sentir estremecida. Necesitaba una terapia que me permitiera ganar la batalla contra la enfermedad y, al mismo tiempo, mantener mi calidad de vida. El Centro de Terapia Inmunológica ITC en Tijuana, México, era un lugar donde los pacientes eran tratados como individuos completos y recibían atención individual y un tratamiento más integral para el cáncer.
La llegada
Cuando me uní a ITC estaba feliz pero al mismo tiempo tenía miedo. El ambiente era muy cálido, la audiencia estaba compuesta por personas que sabían en qué me iba a embarcar. La primera persona que conocí fue el Dr. Carlos Bautista, un hombre tan sereno que me hizo sentir relajada. Escuchó mi ansiedad y mis sueños y se dirigió a mí con más cercanía, no como cliente sino como mujer.
“Saldremos adelante con esto y te apoyaré y haré todo lo que pueda para que te sientas mejor”.
La montaña rusa emocional
Comenzaron los tratamientos y me despertaba cada día con ganas y ansiedad de luchar. Era un dolor sordo y constante que me devolvía a la realidad cuando empezaba a soñar despierta. Había días en los que sentía que mi cuerpo se rebelaba, día y noche luchando entre la esperanza y la desesperanza. Recuerdo que me encontraba en la sala de tratamiento y veía a otros pacientes; algunos sonreían, otros intentaban contener las lágrimas. Una de mis pacientes dijo: “Está bien tener miedo, pero no hay que tener miedo de vivir”.
Creo que ese fue un punto de inflexión para mí. Entonces comprendí que ya no solo estaba luchando contra el cáncer, sino que estaba aprendiendo lo que era la vida y lo importante que era mi familia para mí.
Un nuevo comienzo
Después de meses de tratamiento, recibí la noticia por la que había estado rezando: mi cáncer estaba en remisión. Recuerdo que me quedé mirando al suelo en el consultorio del Dr. Bautista, llorando a mares y, de repente, encontré un consuelo fuera de lo común. “Lo lograste”, me respondió con una sonrisa.
“Diste lo mejor de ti y animaste a todas las personas que estaban cerca de ti”.
Hoy, me encuentro como una sobreviviente feliz de haber pasado por todo el proceso. Tanto el ITC como la buena voluntad del Dr. Bautista son fundamentales para ayudarme a recuperar la vida perdida. Considero que cada momento que paso con mis hijos es una bendición, ya que la vida es demasiado corta.
Si tú o alguien querido está pasando por una situación similar, no te desesperes, porque no estás solo. Sí, este artículo habla del dolor, el dolor físico y el dolor del corazón que forman parte de este proceso, pero existe un camino de sanación que respeta el camino y los sentimientos. Trabajando en ITC aprendí que la esperanza nunca está lejos de alcanzarse.